Siete años después de aquella primera edición en 2018, elrow volvió a Tenerife demostrando que sigue superándose. Lo que comenzó como una apuesta arriesgada se ha convertido en una cita imprescindible, un universo de música, color y locura que cada año eleva aún más el listón 

El pasado 11 de octubre de 2025, Tenerife volvió a convertirse en el epicentro de la música electrónica gracias a FarraWorld, que trajo de vuelta a la isla uno de los espectáculos más icónicos y desbordantes del panorama mundial: elrow xxl tenerife. Un evento inmersivo, cargado de ritmo y fantasía, que reunió a más de 20.000 personas para despedir el verano con una celebración sensorial donde la realidad se quedó corta.  

Elrow XXL volvió a brillar en Tenerife con un espectáculo que puso el broche final al verano. 

El campo de golf de Costa Adeje se transformó en un estallido de color. La gente llegaba sabiendo perfectamente a lo que venía, pero también con la certeza de que, por mucho que uno haya vivido un elrow antes, nunca hay dos iguales. Cada edición sorprende, rompe esquemas y vuelve a superar las expectativas. Porque el público no viene solo a bailar: viene a vivirlo y a sumergirse por completo en ese universo caótico y mágico que solo elrow es capaz de crear. 

Nada más cruzar la entrada, el mundo real quedaba atrás. De pronto, todo se transformaba: esculturas imposibles, figuras hinchables gigantes, actores disfrazados de criaturas extravagantes, acróbatas sobre zancos y un sinfín de juegos, que daba la bienvenida a la locura. FarraWorld había prometido una experiencia inmersiva, y cumplió con creces desde el primer minuto. 


El escenario principal, Hallucinarium, fue una oda a la ilusión visual. Un espacio pensado para confundir los sentidos y expandir la imaginación. Visuales caleidoscópicos, una auténtica explosión sensorial de luces, pantallas deformantes y proyecciones psicodélicas que jugaban con la realidad. 

Los Canarios fueron los encargados de abrir el festival, y no podía haber mejor comienzo. El dúo aportó el toque local al main stage y confesaron estar cumpliendo un sueño al pinchar por primera vez en elrow. Representaron a la isla con un sonido cálido, potente y lleno de identidad, mientras sus transiciones creaban una conexión especial con el público tinerfeño, entregado y feliz de ver a artistas de casa brillar en un escenario de tal magnitud. Después, Manda Moor imprimió su sello con un house, cargado de groove, vocales juguetonas y percusión funk qué mantuvo a todos bailando sin descanso. Toman apostó por un estilo más profundo y elegante, con bajos envolventes y un ritmo hipnótico que atrapó al público. El momento álgido de su sesión llegó con ‘Verano en NY’, su tema más reciente, muy esperado por los asistentes. Finalmente, Franky Rizardo puso el broche final al Hallucinarium con un set impecable, cargado de ritmo y energía. Su house envolvente y vibrante hizo estallar al público y cerró el escenario en su punto más alto. 

Y mientras el Hallucinarium seguía latiendo al ritmo del house, en otro rincón del recinto comenzaba un viaje completamente distinto. Bajo una carpa convertida en galaxia, el escenario RowsAttack ofrecía una experiencia muy diferente: más oscura, intensa y cargada de energía. La tarde comenzó con Dynn, DJ y productor canario que viene pisando fuerte en la escena del hard, industrial y rawstyle, y que tuvo el honor de pinchar en casa ante un público que lo recibió con entusiasmo. Su set, potente y preciso, fue toda una muestra de talento local y versatilidad, dejando claro que la isla tiene mucho que decir en la escena electrónica. 

Tras él, Juliette Fox tomó el relevo con su característico sonido techno elegante, preparando el terreno para Deborah De Luca, que desató una auténtica tormenta de energía. Un set técnico y muy magnético de la italiana, sin duda. 


Después fue el turno de Patrick Mason, uno de los momentos más esperados de la noche. Su presencia escénica es siempre un espectáculo en sí misma, y aunque el espacio se le quedó un poco pequeño para su habitual despliegue físico y coreográfico, supo adaptarse a la perfección. Su energía era contagiosa, su interacción con el público total, y su manera de moverse en cabina es pura performance. 

El cierre de la carpa vino con Cera Khin, que llevó al público a un trance colectivo. Su techno oscuro, pesado y con mucho groove fue el punto final perfecto para quienes aún tenían fuerzas después de tantas horas de baile. Fue un final brutal, RowsAttack se despidió como una auténtica galaxia del techno y firmó un cierre impecable que dejó a todos con la sensación de haber vivido algo único. 

Entre ambos escenarios, la experiencia se completaba con todo lo que hace de elrow un evento diferente: los actores que se infiltraban entre la gente, los juegos, los personajes gigantes que bailaban entre el público, los cañones de confeti, los inflables, y esa atmósfera alegre donde todo el mundo, por unas horas, deja de ser espectador para convertirse en parte del show. No había rincón que no tuviera vida propia: cada esquina escondía una sorpresa, la esencia de elrow está en su gente, y esa energía compartida es lo que convierte la música en algo más grande. 

En el apartado técnico, el trabajo de FarraWorld fue impecable. El sonido, potente y equilibrado en todas las áreas, se mantuvo nítido incluso en los momentos de mayor intensidad. La sincronía entre efectos visuales, música y escenografía generó una sensación de inmersión total, donde cada detalle contaba. A ello se sumó la excelente coordinación del equipo de seguridad, que garantizó un desarrollo fluido y seguro durante toda la jornada, así como una gestión ejemplar en la asistencia y atención a los artistas, permitiendo que todo funcionara con absoluta profesionalidad y sin contratiempos. 

Los visuales del Hallucinarium jugaban constantemente con la distorsión y la ilusión óptica, mientras en RowsAttack los efectos simulaban un viaje cósmico, una auténtica galaxia techno en movimiento. Esa dualidad entre el colorido surrealista y la oscuridad espacial definió la noche: dos mundos diferentes, pero unidos por la misma energía desbordante.

Con el fin del festival, la sensación de haber vivido algo único seguía presente en el ambiente. Y era imposible no recordar esa frase de FarraWorld

“Hay momentos en la vida que recordarás para siempre.” 

Este, sin duda, fue uno de ellos. 

  



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